De madera
Después de mirarnos en esta noche verde he concluido que tal vez tu corazón no sea de carne y sangre como el mío, debe ser de madera porque te contemplo bailando y oscureces con la escarcha de mi pena o el rocío de tu alegría. Y porque ayer al intentar acariciarlo, mientras distraída atendías mis ofrendas, llenó mi alma de enrojecidas astillas.
Me resultó hermosamente triste.
Sí, triste. Gracias por decir lo que sientes con mis escritos. Un abrazo.