De madera


Después de mirarnos en esta noche verde he concluido que tal vez tu corazón no sea de carne y sangre como el mío, debe ser de madera porque te contemplo bailando y oscureces con la escarcha de mi pena o el rocío de tu alegría. Y porque ayer al intentar acariciarlo, mientras distraída atendías mis ofrendas, llenó mi alma de enrojecidas astillas.